jueves, 22 de octubre de 2009

Volver a pensar en ti...




Me cuesta abrir los ojos

y lo hago poco a poco
no sea que aún te encuentre cerca
Me guardo tu recuerdo
como el mejor secreto
qué dulce fue tenerte dentro.


Y es justo en ese momento cuando te preguntas si todo esto ha merecido la pena. La respuesta viene a los pocos segundos cuando recuerdas su boca en la tuya, tú acariciando su cuello dulcemente y vuestras manos entrelazadas tímidamente.
Sí, ha merecido la pena. El dolor, la incertidumbre, la espera, la indiferencia. Todo esto queda anulado en cuanto paseas tus dedos sobre esa boquita que nunca ha sido tuya. Y lloras. Y las lágrimas caen si cierras los ojos y concentras tus sentidos en averiguar si él aún quiere acariciarte, besarte, tratarte como a una pieza de porcelana, dura y a la vez frágil.
No consigues uan respuesta porque ni te mira, ni te habla, ni te sonríe, ni te llama.
Él es especial. No porque sí. Hay mil razones que sé que podrías darme, pero de momento me basta con que vuelvas a sonreír y me digas: Esa noche, la noche más tierna de mi vida, es la razón. Él es la jodida razón.