Estaba mirándole fijamente cuando, de repente, posó su mirada en mí y tuve que girar la vista. Notaba su mirada permanente hasta que cerré los ojos, intenté tranquilizarme, los volví a abrir y no estaba. Se había ido. Me hacía siempre lo mismo. Le busqué a tientas en la oscuridad hasta que unos susurros me inmovilizaron. Reconocí su voz susurrando un te quiero y unos labios besarse. Pero no eran mis labios. Sentí un nudo en la garganta y los ojos inundados en lágrimas. Ese te quiero no era para mí. Una vez creí verlo en sus ojos. No fue real. Ilusiones. Ilusiones de una realidad que deseaba con todas mis fuerzas y mi vida. Traté de ignorarle durante un tiempo pero me fue imposible. No dejaba de verle en cada esquina, si le miraba él me devolvía la mirada, si le sonreía, me sonreía, pero si le hablaba de amor, corría lejos de mí y se iba a su lado, al lado de ella, ¿Y quién es ella?, te preguntarás. Ella es sólo una ilusión, un modelo único, dice que busca su cariño, pero sé que jamás le dará lo que yo sí puedo. Por el mero hecho de que soy real, y le quiero.
